La colaboración de los padres es fundamental para fomentar la alegría y felicidad del niño. Sin embargo, esto no es exclusivamente tarea de las familias, sino que también es extensible a familiares y educadores. Por eso, a continuación os dejo unas sugerencias para que cualquier persona pueda llevarlas a cabo con los niños.
1. Predicar con el ejemplo: sonría, muéstrete de buen humor, disfruta de su tiempo libre y sus vacaciones, piense en voz alta de forma sensata, etc.
2. Ayudar al niño a divertirse y sentirse bien: programa actividades agradables y divertidas, invita a casa a los amigos del niño, sorpréndele con planes novedosos y atractivos, destaca sus logros, tenga en cuenta sus preferencias, etc.
3. Ahorrar sufrimientos innecesarios: cuide de la salud del niño (vacunaciones, higiene, hábitos de sueño, alimentación...), prepáralo para situaciones estresantes (la muerte de un ser querido, el inicio de la escolarización, etc.)
4. Promover la armonía familiar: manifiéstale tu cariño de palabra y con hechos, fomenta la comunicación familiar, evita las disputas conyugales en su presencia...
5. Educar con afecto y coherencia: actúe de común acuerdo con su pareja, fije normas de conducta razonables y exija su cumplimiento, sea comprensivo y flexible, colabore con el colegio, etc.
6. Potenciar las cualidades, aficiones y hobbies del niño: inscríbelo en un club, despierta su interés por la lectura, música, cine, teatro, coleccionismo, manualidades..., anímale a probar experiencias enriquecedoras (nuevos sabores, juegos, deportes, etc.)
7. Enseñar a tolerar la frustración: no acceda a sus demandas irracionales, ignore sus rabietas, enséñele a respetar su turno, retrase gradualmente la satisfacción de sus peticiones aplazables, demore progresivamente la gratificación, haga que comparta sus juguetes y pertenencias...
8. Hazlo responsable, no culpable: valore su esfuerzo (su estudio, su trabajo), no sus resultados (sus notas, sus ganancias), fija objetivos realistas y felicítalo por alcanzarlos (“¡Enhorabuena por tus notables!” en vez de “La próxima vez quiero todo sobresalientes”)
9. Moldee un estilo cognitivo racional: evite las etiquetas y el lenguaje absolutista (“Eres un mal hijo”, “Nunca me haces caso”), utilice el método socrático, es decir, en vez de facilitarle la solución hágale pensar (“¿Qué podríamos hacer para resolverlo?”, “¿Y qué más?”), converse con él, rebata sus ideas y creencias irracionales, etc.
10. Fortalecer su autonomía: enséñale destrezas básicas (asearse, vestirse, cocinar, administrar el dinero...), dele la oportunidad de practicar, ayúdalo todo lo necesario pero no le resuelva sus problemas, permítale participar progresivamente en la toma de decisiones, etc.
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